viernes, 5 de noviembre de 2010

El fútbol, nexo de unión.

Hola, me llamo Carles, tengo 32 años, soy futbolista profesional y estoy loco por el fútbol.

Hola, me llamo Iván, tengo 34 años, soy futbolista profesional y también estoy loco por el fútbol.

Yo soy de pueblo y allí empecé a jugar, con mi hermano y mis amigos, en campos de tierra, con buenos y malos jugadores, con victorias y derrotas, con balones viejos, poco público y mucho frío. El fútbol nos enseñó qué era la amistad. Y fuí muy feliz.

Yo tuve más suerte. Soy de ciudad y desde el primer día tuve una enseñanza futbolística de primer nivel, con buen material y profesores cualificados. Y además, al número uno, detrás de toda la organización, al número uno, al más sabio. Conocí lo que significaba disciplina. Gané más que perdí, hice del balón mi mejor amigo, como él siempre me decía, y empecé a hacer realidad mi sueño.

Jugar con niños mejores que yo me hizo espabilar. La tocaban muy bien, la paraban y la pasaban con precisión. Yo tuve que correr más que ellos, apretar los dientes, desarrollar mi intuición y mi orgullo. Tal vez tenían guantes en los pies pero con eso no íba a ser suficiente para superarme. Supervivencia desde el trabajo, desde la cultura del esfuerzo.

Jugar con niños mayores que yo me hizo espabilar. Eran más altos, más fuertes y más rápidos así que tuve que construir mi fútbol pensando antes que los demás y haciendo correr el balón más que los rivales. Supervivencia desde el talento. El balón siempre me quiso mucho, tal vez, porque yo siempre lo traté con mucho cariño. De niño hasta le dí besos...

Cuando mis amigos cambiaron el campo de fútbol por la discoteca como lugar de diversión llegó mi hora. El fútbol base del Barça me quiso y me cambió la vida. Dejé el pueblo y me fui a Barcelona, a la gran ciudad, con el objetivo de aprovechar la oportunidad. Sacrificio, esa es la palabra.

Yo emprendí antes el viaje. Cambié de ciudad, a la misma que Carles, al mismo club que él aún siendo un niño y lloré muchas noches mientras añoraba a mi familia. Conocí el significado de las palabras responsabilidad y humildad. Sin una y sin la otra mi presente jamás hubiera encontrado un futuro.



En 1999 debuté en Primera División en el equipo de mis sueños. Desde entonces he jugado casi 500 partidos y soy el capitán. También he jugado casi 100 encuentros con la selección. He tenido suerte: lo he ganado todo.

Yo tuve la experiencia de debutar en Primera División cuatro años antes, en 1995, y curiosamente en el mismo equipo, contra el mismo rival y con el mismo resultado. He jugado en España, Italia y Francia; he sido internacional; he conocido la grandeza de los títulos y el calvario de las lesiones y tras casi 400 partidos al más alto nivel también soy el capitán de mi equipo.
Y viniendo por caminos muy diferentes el fútbol nos ha unido. Hoy somos grandes amigos, inseparables almas unidas por la pasión hacia un balón. Dos años de diferencia en edad, estados civiles distintos, equipos rivales, otras realidades. Pero un mismo final: el conocimiento del fútbol y de la vida a partir de unos valores innegociables: el balón por el suelo, por las bandas, hacia la portería rival y como forma de disfrute para los practicantes y los espectadores. La vida, como consecuencia de los valores aprendidos a través del deporte, la capacidad de trabajo, compañerismo, compromiso, disciplina, generosidad, respeto, responsabilidad, sacrificio, capacidad de superación... y equipo, la palabra mágica, equipo por encima de todo.

El Barça me ha permitido tener a los mejores entrenadores, por ejemplo, Louis Van Gaal, el técnico que me hizo debutar; Carles Rexach, la mano derecha de Cruyff, el padre del ‘Dream Team’, el principio de lo que vivimos hoy; conocí al propio Johan en la selección catalana; disfruté con Frank Rijkaard y he tocado el cielo con Pep Guardiola, un auténtico fuera de serie. Nuestro fútbol tan especial, nuestro sello, tan estético y tan ganador, referente en todas partes, es la envidia del mundo entero. Un honor haber colaborado. Y un honor participar en este prólogo porque Iván siempre me dice que no me equivoque, que el padre de la idea es Laureano Ruíz y que lo tengo que conocer.

El fútbol me ha permitido entrenar con muchos técnicos, muchos estilos, muchas maneras de entender el mismo juego, muchas ocasiones para disfrutar y, también, no nos engañemos, para aburrirse. Johan Cruyff, el mejor entrenador que yo he conocido en el fútbol profesional, me dio la oportunidad de poner en práctica todo aquello que muchos años antes Laureano, el número uno del que antes os hablaba, me había enseñado. Y que mucho antes que a mi había ilustrado a otros muchos futbolístas profesionales, al propio Johan incluído. Yo no tengo dudas. Laureano Ruíz es el padre de la idea que hoy maravilla al mundo. Y yo ya la viví siendo niño.

Yo me llamo Carles Puyol y juego en el F. C. Barcelona. Y, sin embargo, cada día sigo aprendiendo. Y tras convivir con amigo Iván me doy cuenta de que con sabios como Laureano Ruíz mi camino aún no ha encontrado el final.

Yo soy Iván de la Peña y soy futbolista del R. C. D. Espanyol. Y también estoy en edad de aprender. Mi gran maestro, Laureano Ruíz, me dio las bases para jugar 15 años en Primera División. Sin él yo no hubiera sido nada. Y con él, mi amigo Carles hubiera sido todavía mejor de lo que es. Si alguien piensa que no, que me perdone, pero para mí, como os dije antes, no hay otro como él.

Aquí os presentamos parte de su sabiduría, mucha de su experiencia y todos sus consejos para que disfrutéis del fútbol, de ‘su’ fútbol, que también es el nuestro. No es un libro más así que no lo tratéis como tal. Es una joya. Es el ‘FÚTBOL’ en mayúsculas.

Prólogo del próximo libro de Laureano Ruiz escrito por dos grandes capitanes, una buena entrada donde refleja la fuerza que tiene este deporte.

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